José Cuenca, embajador de España habla de las razones por las que invertir en Andalucía. Cuenca destaca la seguridad jurídica, estabilidad política, una economía en expansión y unas razonables perspectivas de rentabilidad de la comunidad andaluza.
INVERTIR EN ANDALUCÍA
ESCRITO POR JOSÉ CUENCA
En la primavera de 1999, fui nombrado embajador en Canadá. Un gran honor. Por entonces, el nacionalismo quebequés había celebrado dos consultas, para decidir sobre la eventual independencia de Quebec. Lo hicieron de conformidad con lo establecido por las normas constitucionales canadienses, que permiten la separación, mediante voto popular, de cualquiera de las diez provincias que hoy componen Canadá. Algo que no existe en nuestra Carta Magna, como bien saben los amigos catalanes.
En el primer referéndum canadiense, celebrado el 20 de mayo de 1980, el “NO” se impuso por 20 puntos; en el segundo, que tuvo lugar quince años después, la ventaja se redujo solo a unas décimas. Cuando me incorporé a mi puesto, la opinión de los colegas rozaba la unanimidad: Canadá se fracturaba. Solo había que esperar a la siguiente consulta, “que tendrá lugar -según aseguró el Primer Ministro de Quebec- cuando se den las condiciones ganadoras”. Hoy, casi 30 años después, ese tercer referéndum no se ha celebrado, ni parece que se vaya a celebrar. Un Canadá fuerte y unido sigue formando parte de la ONU, de la Alianza Atlántica y de todas las Organizaciones internacionales a las que pertenecía. Y el secesionismo quebequés, antaño poderoso, ha entrado en pérdida de velocidad.
No me propongo analizar las razones políticas que explican la crisis de ese sentimiento, que sigue ahí, aunque ya no parece amenazar a la integridad territorial de Canadá. No es ése mi propósito. Voy a referirme solo a la cuestión que me interesa subrayar: el impacto que la incertidumbre suscitada por el separatismo creó en la economía de Quebec. Porque fue devastador. La mañana del segundo referéndum, y ante la posibilidad bastante real de que triunfase el “SI” –luego, como digo, acabó por imponerse el “NO”-, masas de vehículos cruzaron la frontera de los Estados Unidos con un mismo objetivo: cambiar los billetes canadienses por dólares americanos. Se formaron largas colas ante las ventanillas de los bancos que, según cuenta el embajador de ese país en sus memorias, se vieron obligados a cerrar. No había liquidez para hacer frente a la riada de divisas que bajaba desde el Norte. Y es que, de todas las avalanchas conocidas, la más difícil de embridar es la estampida del dinero.
Las mentiras del separatismo
La editorial “Renacimiento” acaba de sacar una nueva versión de mi libro “Las mentiras del separatismo”, donde estudio el demoledor impacto que el proyecto rupturista tuvo en la economía de Quebec. Es lo que deseo destacar. La posibilidad de que se independizara esa provincia ahuyentó a más de 700 empresas, que cerraron sus negocios para instalarse en Ontario, Alberta, Manitoba y la Columbia Británica. Consecuencia: deslocalización de las multinacionales, caída del mercado inmobiliario (cientos de miles emigraron, poniendo en venta sus viviendas), falta de inversiones y fuga de capitales, con el consiguiente cataclismo en la Banca y en la Bolsa de Montreal. No lo he leído en los libros: lo he visto con mis ojos. Y lo cuento con detalle para quien lo quiera comprobar.
Los separatistas catalanes no tomaron nota de lo sucedido en Canadá. Al contrario: pensaron que semejante desbandada jamás sucedería en su Comunidad. Tengo publicada ya la reacción del Muy Honorable Presidente, Artur Mas, (conservo la grabación, por si alguien la desea consultar) afirmando que ni los bancos ni ninguna otra compañía se iría jamás de Cataluña. Luego, tras el golpe fallido de octubre de 2017, pasó lo que pasó. No solo el Sabadell y La Caixa se marcharon, sino que, según el Colegio de Registradores, lo hicieron más de 5500 empresas, con un ritmo que llegó a alcanzar las 250 diarias.
El resultado está sobre la mesa: una Cataluña dividida y arruinada soporta una deuda gigantesca que nadie sabe cómo y cuándo se podrá pagar. Y el dinero ha tomado sus distancias. Según la Secretaría de Estado de Comercio, en el 2017 (año del golpe) y los dos que le siguieron, la inversión extranjera en esa otrora próspera región se redujo en un 21,3%, mientras que en la Comunidad Valenciana o en Madrid, refugio principal de las empresas emigradas, aumentó de manera espectacular.
¿Qué había sucedido? Muy sencillo. Los fondos extranjeros siempre buscan, allí y en todas partes, una sólida base legal (seguridad jurídica), una equilibrada situación política (estabilidad) y un legítimo objetivo económico (rentabilidad). Algo que el Gobierno de la Generalidad, obsesionado por el inquietante, caduco y perturbador “procès”, no podía garantizar. Para dar una imagen positiva, de cara al exterior, contrataron expertos internacionales, con objeto de envolver la cruda realidad en papeles de colores. No dio resultado. La propaganda está muy bien, y hay unas cuantas firmas europeas diestras en articular las fabulaciones más aventuradas. Viven de eso, y cobran importantes cantidades por sus falsos y vistosos oropeles; pero los empresarios, tan poco dados a creerse el cuento de la lechera, conocen los factores que gobiernan el mercado. Y obran movidos por informes serios y profesionales, redactados por expertos que les cuentan la verdad.
Por qué invertir en Andalucía
Eso es lo que hoy ofrece Andalucía: seguridad jurídica, estabilidad política, una economía en expansión y unas razonables perspectivas de rentabilidad.
Andalucía está de moda. Y más que lo va a estar. No voy a insistir en su dinámico despliegue industrial, en su bien desarrollada agricultura, en su magnífica calidad de vida. Todo eso es conocido. Solo quiero enfatizar que, a mi juicio, esa Autonomía reúne las mejores condiciones para convertirse en la región con mayor potencial de desarrollo de toda la Unión Europea. No hace falta ser un experto en geoestrategia para comprender que, a caballo entre dos mares, con un clima bonancible y a un tiro de piedra de todo un Continente con enormes posibilidades, la Comunidad andaluza ofrece las mejores condiciones para la atracción de capitales. Muchos inversores ya lo saben, pero es preciso que lo sepan muchos más. Porque en el mundo interdependiente y globalizado en que vivimos, hay cuantiosos fondos que buscan un destino. Y aquí lo pueden encontrar.
Los que entienden de esto más que yo tienen ante sí un gran desafío: crear mecanismos, ágiles y eficaces, para simplificar trámites inútiles; asignar los recursos necesarios en apoyo de una gran operación de imagen; y ofrecer al inversor los incentivos oportunos, a fin de alentar su aterrizaje en el tejido productivo de esta región privilegiada. Urge ponerse manos a la obra. Hoy contamos con tecnologías avanzadas para dar a conocer lo mucho que aquí pueden encontrar los empresarios. Y hacerles ver algo que ya constituye una fecunda y reconocida realidad: que Andalucía es el futuro.
José Cuenca, Embajador de España